Sueños de los extranjeros en situación irregular para tener una vida digna con derechos, de trabajar pudiendo cotizar por su trabajo, de poder obtener una tarjeta que permita no sólo acreditar la situación legal en el país pero incluso gestiones tan básicas como operar con una cuenta bancaria, porque todo son trabas para los extranjeros que carecen de su tarjeta o no la tienen en vigor.
No estamos acostumbrados de oír sobre las dificultades a los que se enfrentan los extranjeros, especialmente en situación irregular, porque ellos son el último eslabón de las preocupaciones, son los que se ocupan de los peores trabajos, los que tienen las peores condiciones, los que actualmente no tienen derecho a la sanidad pública, y los que nunca se quejan, coexisten con nuestra realidad en un limbo jurídico sin querer los mismos salir de esa sombra para no ser descubiertos y no ser sancionados con una orden de expulsión.
Sin embargo, todo es aún más complicado para el extranjero.
Los profesionales que tenemos experiencia en Extranjería desde hace muchos años nos acordamos de aquellos remotos y arcaicos tiempos, de cuando el cambio del siglo trajo una oleada del movimiento migratorio hacia España. No había medios ni personal suficiente para la cantidad de personas que llegaron, por lo menos aquí en Madrid. Para la solicitud de un permiso se formaban colas desde las 4 de la mañana sin que nadie asegurara de poder entrar o entregar la documentación. Los trámites llegaban a tardar mas de un año, ya sean las iniciales o incluso las renovaciones. Todo se tramitaba en papel y no era infrecuente perdida de expedientes o errores típicos de la gestión rápida y poco diligente.
Muchas cosas han cambiado desde aquel momento: Actualmente todo el sistema está informatizado, se dan las correspondientes citas e incluso no sé recoge la documentación en papel, sino escaneando toda la documentación y teniendo todo el expediente listo para su resolución en cuanto lo abran. Así, hace nada, un par de años, gracias a esos cambios hubo época en los que los trámites no tardaban apenas (ojo, ¡ Había trámites de arraigos concedidos en dos meses!) Sin embargo, en algún momento y por alguna razón, todo se torció.
Todo comenzó con la sanidad pública. Los extranjeros que se encontraban sin sus correspondientes permisos de residencia o se encontraban legalmente pero sin trabajar, a partir del año 2012 tienen que echar mano del sector privado, contratando seguro de salud privado.
Por otra parte, el nuevo procedimiento para la obtención de la nacionalidad española fue aprobado estableciendo nuevas tasas, tanto por el procedimiento de la solicitud de la nacionalidad como por los exámenes que, desde aquel momento era obligatorio de realizar, llegando a costar más de 300€ solo entre las tasas y por cada solicitante. Sin embargo, y a pesar de la entrada en vigor de la nueva normativa, el procedimiento no estaba desarrollado en su totalidad, puesto que solo después de dos años salieron los formularios de las dispensas de este procedimiento y la plataforma de las solicitudes de la nacionalidad para los abogados no está disponible ni habiendo pasado ya 3 años.
Hablando de otro agujero en el derecho de extranjería, de los tiempos de espera actuales, parece que otra vez estamos volviendo a aquellos remotos tiempos de hace más de diez años. Ahora mismo un arraigo (procedimiento por el cual un extranjero puede regularizar su situación en España)durán más de seis – siete meses. ( A pesar de que haya una empresa/empleador que le haya ofrecido un contrato y está esperando darle de alta en la seguridad social en cuanto del la respuesta favorable) ¿Qué significa este dato para el propio extranjero? Un extranjero que ha estado tres años en situación irregular (para solicitar ese permiso se exige el tiempo de estancia de 3 años anterior a la solicitud) sin poder a ver a su familia, muchas veces sin ver a su pareja y a los hijos que se han quedado en su país dependiendo de los recursos económicos que éste le manda, tiene que esperar otros seis meses para obtener la resolución del favorable. Ahora bien, la copia de la carta no la obtendrá sino solo dentro de otro mes, después de ello tendrá otro mes para que le den de alta en la seguridad social, e incluso después de ello tendrá que esperar un mes más para poder poner la huella y marca la ley otro plazo de 40 días para obtener físicamente la tarjeta de residencia para que el extranjero por primera vez en sus cuatro años podrá ver a sus hijos completamente crecidos sin su figura materna/paterna. Y es que a diferencia de hace diez años, no hay tanta cola, no hay tanto papel, pero el resultado, por desgracia, es el mismo.
Igual suerte están sufriendo los extranjeros que tienen que renovar sus permisos. Sí hace un año, teniendo todo en regla, es decir, cumpliendo todos los requisitos, y habiendo presentado toda la documentación de forma telemática (es decir de acceso inmediato para el instructor) los expedientes se resolvían en unos pocos días, desde los comienzos del año 2018 los que renuevan su documentación tienen que esperar más de tres meses para obtener la resolución. Y es que tres meses no son seis, pero la triste realidad es que es estos casos impera el silencio positivo, es decir, por el trascurso de los tres meses la solictud se entiende estimada. Se plantea una cuestión muy grave ¿Será que la administración deja transcurrir este plazo para no resolver esos expedientes?
Y mientras tanto, ya son dos las oficinas que se han cerrado desde los comienzos de este año, ¿qué pasa con los trámites que se realizaban en esas oficinas? La mayoría de los trámites se pueden realizar de forma telemática por lo que se puede presentar en el registro electrónico o en cualquier otro registro físico, pero ¿Qué pasa con los trámites que se realizaban en esas oficinas de forma presencial porque la ley establece que sea un trámite personalísimo que no se puede presentar por registro? Éste es el caso de los procedimientos de la recuperación de la autorización de larga duración. Se está informando (erróneamente) de que no se pueden tramitar este tipo de autorizaciones en el territorio español, a pesar de que la normativa no haya cambiado mientras que el extranjero que hace caso a dicha información tiene que correr con gastos de irse otra vez a su país para dentro de un par de meses volver, implicando, para el extranjero que ya se ha gastado en viaje a España y en alquiler contratado en España junto con la documentación y los certificado correspondientes conseguidos, otro gasto más porque ha de volver a su país, volver a sacar todos los certificados así como posteriormente volver a venir a España con correspondientes gastos y trabas durante todo el procedimiento.
Por último, y no menos importante, no hay forma alguna de informarse sobre la modificación de criterios, instrucciones que se están promulgando en las Oficinas de Extranjería, encontrándote, de repente, que ya no dan las citas de forma telemática sino en persona, o al revés, que cambiando de criterio, las citas solo se pueden conseguir de forma telemática.
No hay aviso previo que sea disponible ni para los interesados ni para los abogados que son expertos de esa materia. Cuando dichos cambios son a mejor, a pesar de la indefensión que se crea cuando no hay aviso alguno, no hay mayor problema; pero ¿si para este verano, y sin previo aviso, otra vez comienzan a dar citas para dentro de unos meses? Y no es cuestión de esperar, sino es cuestión de que los certificados que tan costosamente son conseguidos desde el país de origen, se van a caducar y habrá que volver a solicitar y preparar otra vez ese expediente de nuevo con todos los costes y preocupación psicologica que le supone al extranjero.
Así decía Jhumpa Lahiri en «El buen nombre» (2003)
«Está empezando a darse cuenta de que ser extranjera es una especie de embarazo permanente: una espera constante, una carga perpetua, una continua sensación de no estar del todo bien. Es una responsabilidad que no cesa, un paréntesis en lo que en otro tiempo fue una vida ordinaria, que se cierra al descubrir que esa existencia anterior se ha esfumado, ha sido reemplazada por algo más complejo y que supone una exigencia mayor. »
Liliya Mykolayiv
Abogada ICAM 102308