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El 20 de agosto, por tercer año consecutivo y bajo el lema “No a las leyes contra los inmigrantes”, la Plataforma A Desalambrar volvió a 12 playas de nuestro país para hacer visible el cementerio que encierran las aguas que miramos cuando vamos a la playa de vacaciones.
Al rededor de 50 personas, distribuidas en 12 playas de Canarias, Galicia y el litoral Mediterráneo vivieron ayer una jornada en solidaridad con los inmigrantes. A las 8 de la mañana, cuando aún no hay bañistas, los integrantes de A Desalambrar llegaban a las playas con más de 100 cruces cada grupo y las clavaban en la arena en memoria de todos los que han muerto en el mar intentando cruzar de África a Europa, más de 20000 dicen las cifras oficiales.
Los 12 grupos tenían un puesto informativo y disponían de al menos 3 personas que pasaron 12 horas en diálogo con los bañistas, apoyados por octavillas y pasatiempos elaborados expresamente para la ocasión. Tres grupos, uno en Galicia y dos en Cartagena fueron desalojados por la policía municipal alegando que las cruces molestaban a los bañistas y que las ordenanzas municipales no permitían ese tipo de manifestación. Volvemos a comprobar cómo las leyes están contra la Solidaridad también en las playas de este país, donde está permitido el ocio y el negocio pero no el diálogo con la realidad aplastante del drama de los empobrecidos.
Por un día era prácticamente imposible mirar el mar sin ver en el horizonte a un continente, África, expoliado, explotado, aplastado por la lógica de un sistema que genera leyes que van contra los pobres, leyes que permiten que les matemos con guerras planificadas por los intereses de nuestras multinacionales, que les robemos, que les obliguemos a salir de sus países jugándose la vida en un viaje que los africanos describen como el peor viaje que alguien pueda imaginar. Unas leyes que les persiguen una vez llegados a Europa, unas leyes que permiten que nos beneficiemos de ello en el llamado primer mundo. Unas leyes que por un lado generan muertes injustas a través del hambre, las guerras, la inmigración, etc, y por otro lado generan miles de muertos en vida; los que vivimos bien, los que miramos para otro lado, como si el tema no tuviese nada que ver con nuestra vida, manchada con la sangre de nuestros hermanos.
La jornada en solidaridad con los inmigrantes empobrecidos acabó con la esperanza y el deseo de acabar con este genocidio al que asistimos armados de impotencia.
Invitamos a toda la sociedad a unirse a esta lucha que quiere elevar nuestras conciencias por encima de las leyes injustas y gritar juntos ¡No a las leyes contra los inmigrantes!