Después del éxito de las ediciónes de 2007 y 2008, VivAmérica presentó su tercera edición y se celebró entre los días 7 y 11 de octubre de manera simultánea en Madrid, Bogotá, Santo Domingo y Cádiz. Una semana repleta de eventos que congregó en las cuatro ciudades a destacadas personalidades del mundo de la cultura y el pensamiento procedentes de toda Iberoamérica, y que sirvió de puente entre Europa y América.
Cuatro ciudades para VivAmérica. Cuatro festivales para conocer las mejores ideas. El futuro de Iberoamérica en palabras de sus creadores y pensadores:
Para Guillermo Arriaga es indispensable querer a los personajes que se construyen, darles dignidad y credibilidad. Si el autor de una historia toma en cuenta este consejo, probablemente no creará seres acartonados. Aún las figuras más detestables, si se les quiere, en la narración se les podrá entender y redimir.
Los personajes se pueden crear y construir tomando en cuenta diversos factores como por ejemplo: características físicas, edad, raza, nacionalidad, postura, status mental, adicciones, discapacidades, vestimenta. También se pueden construir desde diversas perspectivas como: el héroe, el juglar, el mentor, el guardián, el heraldo, el camaleón y la sombra.
Guillermo Arriaga, nacido en 1958 en la Ciudad de México, es un laureado escritor así como guionista, productor y director de cine mexicano. Recibió en el Festival Internacional de Cine de Cannes en 2005 el premio al mejor guión (Best Screenplay) por Los tres entierros de Melquiades Estrada.
Arriaga nació y pasó su infancia en la zona popular Unidad Modelo, un barrio violento de la Ciudad de México. A los trece años perdió el sentido del olfato como consecuencia de una brutal pelea callejera, esto le serviría de inspiración para algunos de sus mejores guiones. La Ciudad de México con sus vidas y calles sigue siendo fuente de inspiración en su trabajo creativo. Un dicho que aplica es «puede ser que yo haya salido de la calle, pero la calle no ha salido de mí» y al igual que Delibes se define a sí mismo más como un cazador que escribe, que como escritor.