Crónicas Migrantes: La revuelta del 15M en España contada por un paraguayo

Desde que el pasado dia 15 de mayo cientos de personas se manifestaran de forma pacífica convocadas por Democracia Real Ya, se han ido produciendo diversas concentraciones en la mayoría de las provincias españolas (incluso en otras 60 ciudades del mundo), pidiendo una democracia real, del pueblo, de los ciudadanos. Y aún hoy, después de haberse celebrado las elecciones municipales, los ciudadanos siguen reuniéndose por sus derechos.

Diversos medios de comunicación han recogido la noticia, han realizado un seguimiento exaustivo, y se ha escrito mucho sobre el tema, tanto de forma positiva, como negativa.

Estas concentraciones no entienden de nacionalidad, de raza, de sexo, ni de «papeles», por lo que personas de todas las partes del mundo han acudido a protestar a la puerta del ayuntamiento de la ciudad en la que reside. Y en este sentido, a pesar de todo lo que se ha escrito, hemos encontrado una opinión escrita por un paraguayo: la revuelta en España contada por un paraguayo.

«A estas horas empieza un nuevo día en España con la resaca electoral de las municipales y regionales, pero también es el día 9 después del 15 de mayo en que empezó a fraguarse la ola de acampadas de algunas ciudades y pueblos, una expresión espontánea y simbólica que ya se está conociendo en el mundo entero como la Spanish Revolution aunque caseramente lo llaman el movimiento de los «indignados».

Todo había comenzado el 15 de mayo a las 18 horas con una movilización convocada por Democracia Real Ya! con el lema «Toma la calle: no somos mercancía en manos de banqueros y políticos» en más de 60 ciudades españolas. La consigna era clara e irrenunciable:»esto es un movimiento ciudadano apartidario y asindical». En las marchas no se permitió ningún símbolo partidario ni banderas de los sindicatos, porque justamente uno de los motivos era que los partidos y los sindicatos se habían puesto al servicio de los banqueros y no al de la ciudadanía. «No nos representan, se han vendido a las empresas que nos están dejando sin trabajo y sin vivienda», era el argumento más sonante.

La convocatoria fue realizada en su mayor parte a través de las redes sociales y mediante el boca a boca de los integrantes de las asociaciones y organizaciones que componían el gran abanico variopinto de Democracia Real Ya. Durante la marcha demostraron estar «hartos de estar hartos» de que la clase política se «bajara los pantalones a los banqueros», de que el sistema electoral solo favoreciera al bipartidismo, de estar «hasta los ovarios» de la corrupción imperante en todas las agrupaciones políticas del país (incluso en la izquierda). El grito de hartazgo se oyó en casi toda la geografía española porque la gente ve, como decía un cartel que «esto no es una crisis, es una estafa». Y sí, es indignante en país con 5 millones de parados (desempleados), donde 250 mil familias son desalojadas por no poder pagar la hipoteca, mientras que los mismos bancos que los desalojan reciben fondos de rescate del Estado (con los impuestos de los desalojados) para que sigan acrecentando sus ganancias, que cada año baten records de utilizados. Por eso y por muchas más razones la gente indignada tomó la calle… y luego las plazas.

Después de la marcha del 15 de mayo, en algunos lugares como Sol en Madrid y la plaza del Salvador en Sevilla, unos pocos manifestantes decidieron acampar de manera espontánea con la idea de expresar simbólicamente la falta de vivienda y trabajo, además de seguir con las reivindicaciones propuestas. En la madrugada del martes 17, fueron violentamente desalojados por la policía de la plaza en Madrid. Lo que la policía no sabíe es que en ese momento se iba a desencadenar una llamada masiva a la insurrección y nuevamente a través de las redes sociales y los sms la gente se enteró y colmó la Plaza principal de la capital.

Aquí, en Sevilla también coparon la Plaza de la Encarnación o conocido también como las “Setas”. Día a día, más y más gente se fue sumando, con su presencia, con comida, con arte, con curiosidad y con ganas de saber hacia dónde llevaría esto, mientras la mayoría de los medios de ultraderecha decían que era una “cosa de radicales”, de “degenerados”, de “antisistemas violentos”, a lo que algunas pancartas respondían “no somos antisistemas, el sistema es antinosotros”. Por cierto, hasta el momento no hubo actos vandálicos ni violentos.

Rápidamente las plazas de muchas ciudades se convirtieron en verdaderas asambleas populares, donde el respeto y el consenso eran las constantes, incluso el disenso. Pero llegó la prohibición de la Junta Electoral, que declaró ilegal las manifestaciones, que obligaría a la policía a desalojar porque, según la Junta, la acampada podría entorpecer la “jornada de reflexión” del sábado 21, víspera de las elecciones municipales. La respuesta fue una asamblea popular multitudinaria en todos los puntos de acampadas y una resolución rotunda: “No nos moverán” y empezaron a repartirse volantes que decían: “Informamos a los políticos que el Pueblo declara ILEGAL a la Junta Electoral”. La policía no se animó a intervenir en unas plazas colmadas de gente de varias generaciones: Padres, hijos, abuelas, nietas. Unas plazas dialogantes, cantantes, revueltas, festivas e ilusionantes. Plazas donde se montaban actividades culinarias, espacios de cuentacuentos, cantautores indignados, espacios de igualdad y furia popular, sobre todo en los picos máximos de concurrencia, entre las 20 y 23 horas, todas las noches.

Se daba por sentado que una vez acabada las elecciones municipales y regionales este movimiento iba a disolverse, con la misión de haber sacudido un poco el avispero y expresado el hartazgo de un sector importante de la sociedad hacia el sistema político. Sin embargo en Sol, la Asamblea decidió seguir acampando hasta el domingo 29 de Mayo, en Barcelona hasta mediados de Junio y en Sevilla a estas horas al menos hay una programación cultural y de debates para este lunes y martes. Así que, mientras el Partido Popular (Derechas) festeja su abrumadora mayoría en casi toda la geografía española, la gente de los campamentos, los indignados e indignadas siguen y seguirán dando el cante, protestando y proponiendo. “Ahora estas propuestas y esta forma de organización llevaremos a los barrios, para debatir con la gente sobre sus problemas, que son los problemas de muchísima gente”, dicen los voceros en Sevilla.

De esta manera, en cada comité de trabajo, en las pequeñas y democráticas asambleas y por equipos, se están combinando esfuerzos para expandir la plaza a los barrios, el 15-M a junio y los meses o años que hagan falta; que la indignación pase a la acción colectiva, para que esta fogata no se apague, para que esta “cabreada” spanish revolution tenga sus frutos a mediano o a largo plazo, porque se es consciente que a corta distancia aún no se puede, pero que es una carrera de resistencia y de largo empuje, a pesar de prohibiciones y gobiernos conservadores, a pesar de un sistema democrático nada democrático; porque al fin y al cabo la “revolución no pide permiso”, y a veces empieza tomando la calle».

Escrito por Marco Flecha

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